Hacia rutas salvajes es la reconstrucción de los últimos dos años de vida de Chris McCandles, un joven de 24 años quien tras graduarse en 1990 de la Universidad Emory de Atlanta y donar a Oxfam los $24000 que tenía para estudiar derecho, decidió renunciar a todas las comodidades de la vida moderna y emprender un periplo que lo llevaría al monte McKinley, en Alaska, donde murió de hambre, su cuerpo fue encontrado por tres cazadores de alces dentro del cascarón de un viejo bus alejado y abandonado en mitad del monte usado como guarida. Después de varias averiguaciones entre la policía de los estados cercanos y, sobre todo, gracias a las comunicaciones enviadas por varias personas que cruzaron su camino con el de McCandless, se descubre la identidad del cuerpo encontrado.
En su recorrido Alexander Supertramp -homónimo adoptado por McCandless tras abandonar su hogar- hace varios amigos: dos “vagabundos motorizados”, Jan y Bob, con quienes se desplaza por algún tiempo; Wayne Westberg con quien trabajó como parte de su grupo de trabajadores que se desplazaban según el tiempo de la cosecha; Ronald Franz, un viejo veterano de guerra quien había perdido a su esposa e hijo en un accidente automovilístico; Gaylord Stuckey, el camionero que lo llevó desde Liard River, en Canadá, hasta Faibanks, en Alaska, y Jim Gallien, electricista y última persona que lo vio con vida. Es a través de ellos que se dibuja el perfil del joven. En general, lo describen como un joven culto, inteligente, afable, radical en sus posiciones éticas frente a la vida y decidido a buscar en la naturaleza los caminos hacia su propio interior.
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