Cocaleca

Casino Royale

(Idem - EEUU - 2006 – 143 min)

Dirección: Martin Campbell

Intérpretes: Daniel Craig, Eva Green, Jeffrey Wright, Judi Dench, Mads Mikkels

Si el James Bond por excelencia, el de Sir Sean Connery era un british man que hasta cuando disparaba lo hacía con elegancia, flemático y de un humor sutil que gozaba de los placeres de la vida como de las mujeres y el Martini seco, agitado pero no revuelto, eso se debió exclusivamente a la mente del productor Albert Bróccoli, creador cinematográfico de este personaje escrito por Ian Flemming.

Siempre se marcaron a lo largo de la saga -con Connery y luego con otros que se calzaron el smoking- las diferencias entre el Bond literario y el del cine. El sádico agente al servicio de Su Majestad Británica de la pluma de Flemming distaba mucho del lacónico y refinado James personificado por el escocés Connery. Pero más allá de los amores y odios que suscitaran una versión o la otra; más allá de la buena acogida de Pierce Brosnan como el heredero indiscutible que recuperara el estilo, lo cierto es que James Bond necesitaba un nuevo rostro, un nuevo aire que lo pusieran más a tono con los tiempos.

Ahora bien, ¿era necesario un cambio tan rotundo? Casino Royale tiene tanto la virtud como el defecto de barajar y dar de nuevo en este juego donde las cartas ya estaban marcadas antes de rodar pero sabiendo de antemano que contaban con un as en la manga: Daniel Craig. Y ese elemento genera tal distorsión, propone algo tan completamente diferente que obliga a replantear la película y su efecto. Mientras el legendario Bond tomaba un Martini y tenía tiempo para probar los juguetitos que el inseparable "Q" le tenía guardados, pareciera que el nuevo Bond hiciera fondo blanco con una lata de Red Bull y escupiese carozos da aceituna al tiempo que corre, salta, desenfunda y mata.

Elegancia reemplazada por destreza y la astucia por el cuerpo es el primer rasgo distintivo donde el film de Martin Campbell concentra su mayor mérito. Sin embargo, el núcleo de la historia se desarrolla en el marco de una extensa partida de póker, donde se supone que Bond debe ganarle al villano Le Chiffre (el danés Mads Mickelsen), financista del terrorismo internacional. No sólo el guión introduce una secuencia explicativa del juego a cargo de un inútil Giancarlo Gianinni, sino que sumerge al relato en un tedio sin tensión ni ritmo del cual el film no logra reponerse nunca y esa falla se arrastra hasta el final.

El mayor problema de esta nueva entrega es que nunca se pensó desde el guión en otra cosa que no fuera Bond y por orden transitivo Daniel Craig. Todo gira en torno a él, a su arrolladora personalidad que supera al personaje en cuestión y deja abierto el interrogante ¿su incorporación realza la figura de Bond como el ícono que fue o lo despoja para siempre de su esencia acercándolo peligrosamente al modelo de héroe hollywoodense? Quizás el claro intento de humanizarlo con una subtrama romántica y sentimental donde se luce Eva Green no como chica Bond sino como vértice de un triángulo, cuyos vértices complementarios son el deber y la venganza, sirva de aproximación a una respuesta. Este evidente viraje hacia el terreno de los tipos duros y de acción no debe tomarse como algo malo en sí mismo, sino un cambio de rumbo que dejará boquiabiertos a los puristas o nostálgicos.

Casino Royale se olvida de la fórmula Bond y por eso no presenta un antagonista que esté a su altura, un contrapunto atractivo y de peso; por eso desaprovecha el prólogo (fuerte de la saga) en blanco y negro que supone el origen del mito.

No es Bond, es otra cosa aunque al final Craig intente convencernos de lo contrario con su clásico "Bond, James Bond" y el leitmotiv inconfundible irrumpa de este cóctel explosivo demasiado agitado y revuelto.