(Idem - EEUU - 2006 – 128 min)
Dirección: Tony Scott
Intérpretes: Denzel Washington, Paula Patton, Val Kilmer, James Caviezel, Bruce Greenwood
¿De qué serviría tener acceso al pasado sin posibilidades de predecir el futuro y en su defecto modificar el curso de las cosas? Lo más conveniente sería cambiar el presente para evitar lo peor en el futuro.
!Santas paradojas temporales, Batman ¿será posible redireccionar el pasado y crear un nuevo cauce de acontecimientos?; ¿Podría haberse evitado el 11S? por ejemplo. Quizás no.
Da la impresión que después de las Torres Gemelas, el mundo se rige por la impredictibilidad, una sensación de que las cosas pasan sin poder anticiparlas ni detenerlas por más recursos y controles que se empleen. Siempre ronda un enemigo de miles de rostros y motivos que espera su turno. Así desaparece sin dejar rastros como el huracán Katrina con su devastadora fuerza destructora.
Esa catástrofe natural, evitable de haberse actuado a tiempo, que arrasó con una empobrecida y postergada Nueva Orleans. Otra vez lo impredecible conecta estos dos acontecimientos aislados y por esas curiosidades del cine se reactualizan en este thriller con fuertes dosis de fanta-ciencia, dirigido por Tony Scott bajo el capcioso título Deja vu. Dedicado a las víctimas de Nueva Orleans, escenario donde se desarrolla gran parte de la acción, la premisa del film protagonizado por Denzel Washington se vuelve verosímil al promediar la media hora y adquiere cierta desproporción -al borde del absurdo- en la última parte. Con el sello de Jerry Bruckheimer y el pulso alocado de Tony Scott detrás de cámara, la historia no escatima ritmo ni eficaces escenas que fusionan despliegue visual, buen timing y velocidad, esta vez con menos cortes de video clip como nos tiene acostumbrados el director.
El punto de partida es una trágica explosión de un barco a manos de un terrorista tan implacable como escurridizo para el FBI, que debe recurrir al olfato de un experto, Doug Carlin (Washington), quien trabaja en la Agencia controladora de alcohol, tabaco y armas. 543 muertos y un largo sendero de interrogantes obligan al FBI a utilizar un prototipo ultra-secreto que puede ser clave en la investigación de Carlin.
Por un complejo cruce de coordenadas espacio-temporales con este aparato pueden visionar el pasado, aunque tiene sus limitaciones y consecuencias futuras. De este modo, se "viajaría" a los a los momentos previos a la explosión para descubrir el rostro del asesino. Sin embargo, una serie de hechos extraños del presente convencen a Carlin de que existe una conexión con aquel pasado reciente y con una misteriosa mujer, también relacionada con el atentado.
Pasado y presente se funden en un tiempo continuo donde nuestro héroe deberá atar cabos para torcer el rumbo del destino. El terrorista también persigue el mismo objetivo aunque deba sacrificar inocentes.
Si bien el título es un tanto engañador por razones que conviene no adelantar en esta nota, no puede soslayarse la predisposición al entretenimiento y muy superficialmente a un pseudo discurso crítico contra la indiferencia de las autoridades al abandonar esta ciudad poblada en su gran mayoría por negros y latinos, ciudadanos de segunda que reciben este homenaje en un film que no necesita buscar un enemigo afuera porque ya lo tiene bien adentro. Film entretenido pero previsible, con sobrias actuaciones de Denzel Washington, Val Kilmer y el irregular Jim Caviezel.
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